miércoles, 8 de agosto de 2012

Simple confesión

Me encontraba apoyada en el barandal, en el cuarto piso, observando como la gente abajo se movía a paso normal, suspiré, miré el cielo, no había nadie a mi lado, simplemente empecé a cerrar los ojos y a recordar todo lo sucedido:
Aquel choque de miradas en el primer día, lo miré, lo ignoré pasados dos segundos y continué cortando cebolla, a las pocas horas estaba limpiando chile ancho, a mi lado aquel compañero que tiempo después me ignoraría en la universidad. Desde ese día todo cambio, hablábamos y comprendí que era igual que yo, mismos gustos, mismas locuras, misma sonrisa un poco psicópata, y después, cuando menos creí, el estaba sujetando mi mano, frente a la catedral, diciendo que mis manos eran suaves y confortables. ¿Cómo pasó?
Sin embargo, cuando me lo decía con aquella melosa voz, no tuve afecto alguno hacia él, simplemente sonreí y entonces, tuve que hacer lo peor: Actuar y fingir que era lindo.
Estaba decidida a poner un alto, a decir que yo no sentía nada, que realmente me hacia reír pero era una risa muy estúpida y cuando tomé el valor, me dí cuenta de que sus labios estaban posados sobre los míos, un reflejo me hizo empujarlo y logré controlarme para no golpearlo y ahogarlo. Sin embargo, sonreí y comencé a hacer uso de un hablar tierno y lleno de sonrisas.
Solo sintiendo nada por él, empezaba a descubrir que era lo que quería y realmente, yo cumpliría mi objetivo, cada día se acercaba a mi, con estúpidos pretextos, con estúpidas bromas, cansada de ello, simplemente lo callé con un beso, un beso más falso que un sentimiento inexistente por él.
-¡Te quiero mucho!-
Aquella palabra proveniente de su boca, dejándome sorprendida, ¿realmente me quería? ¿realmente había caído bajo mis falsas palabras y crueles sonrisas?
Dejé pasar algunos días, y sin más, era demasiado tarde para detenerlo, sus labios contra los míos, mis manos abrazando aquella cintura, pero aún sabiendo que, no sentía nada por él.
-Yo más-logré decir una tarde
-No, yo te amo más-
¿Amar? ¿Disculpa? tardé dos semanas en decir: Yo te quiero más, para que tu digas: Yo te amo más, imbécil tenías que ser.
Aquel día que me dijo: Te amo, pronto se sonrojó y escondió su rostro entre mi cabello.
-No era el momento-
-¿Qué quieres que diga?-sonreí ante tal acción
-Lo siento-
Pasé mis manos por su rostro y besé su frente, sonreí sin que se diera cuenta: Había caído completamente. Aquella sonrisa llena de malicia, que estaba envuelta y bien oculta tras un beso y un abrazo, simplemente no sabía que pensar.
-Debo irme-
-No te vallas-jalé suavemente de su mano
-Lo siento-
Me besó por ultima vez ese día y se fue, lo observé irse, reí, aquella risa juguetona y a la vez tan psicópata, empezaba a salir esa parte cruel mía, y no podía ni quería hacer algo para detenerla.
Al día siguiente, lo ignoré por completo, no hice caso a sus comentarios, no lo miré, simplemente lo ignoré, salí independiente de los demás, caminando hacia casa, logró alcanzarme y abrazarme por detrás.
-Perdóname-dijo en suplica
-¿Qué debo perdonar?-
-El hecho de no ser hombre libre-
-Eso a mi no me importa-
Y era cierto, libre o no, yo no lo quería, sonreí, miró por primera vez mi verdadero ser, miró a través de mis ojos la maldad que podía ocultar.
-¿Qué dolerá más?-dije atrayéndolo hacia mi-¿Un golpe psicológico o uno físico?-lo miré-Dime-
-Golpea mi pecho por favor, pero no me hieras-suplicó
¿Así que...eso quería?
Después de aquello, diario golpeaba su pecho, a tal grado de realmente se quejara, a tal grado de que, su dolor me provocará cierto placer, todo era solucionado con un pequeño beso y un: Cuídate.
Investigué a su chica, dándome cuenta de que, me daba lastima, de que era una necesitada de amor, necesitaba tanto de él que con el simple hecho de decirle que yo salía con el chico que amaba desde hace cinco años, lograría zafarla de sus casillas, lograría un descontrol, lograría tal depresión que no se perdonaría ella misma el haberlo perdido, pero...algo me detuvo, la razón, él...Si él al enterarse de tal acción fuera lo suficientemente listo para darse cuenta de que la que provocó todo había sido yo, me odiaría y se iría antes de la fecha límite, eso realmente no me beneficiaba a mi, no tendría diversión y pasaría más tiempo en casa sin nada que hacer, en cambio con él podía tener un rato de risa, el era mi payaso, aquel que me complacía en mis caprichos sin importarle nada, que lastima que mi amor por él fuera tan falso como mi sonrisa.
El último día, mi indiferencia era más que notoria, por más que traté de sonreír era evidente que, no me importaba si me amaba o no, sin embargo, aquel día, sus "Te amo" parecían tan reales, que sentí una ligera emoción, aquel día me entregó una carta y yo a él también, una carta de la cual tuve que pensar demasiado en las palabras que plasmaría, palabras que se sintieran reales, ese día, lo vi llorar y yo al verlo, simplemente, lo corrí de casa.
Así entré a casa, cerré la puerta, entré a mi habitación, abrí la carta, la leí, quedé en silencio, y un par de lágrimas cayeron sobre el papel, mojándolo y causando que se arrugara, después simplemente doblé la hoja y eché a reír, valla niño estúpido, que había escrito palabras conmovedoras, sin embargo, a mi no me conmovía en lo absoluto, 
No logré decirle la verdad, no logré decirle que mis besos no tenían sentimiento, que mis manos no lograban sentir aquel tacto que él sentía, que mis emociones no habían sido motivadas por nada, que mi indiferencia cada vez aumentaba más, que mi único objetivo era el suyo, que mientras el logró amarme con aquella pasión, yo solo logré probar que tan buena era actuando, logré comprobar que mi falso amor fue creído y que así lo pensará, hasta que lo vuelva a ver y logré darle un golpe final, un golpe que no será físico, un golpe que acabará con él y...conmigo.
Porque siendo tan iguales, a la vez eramos tan contrarios, porque descubrí su debilidad, porque descubrió mi debilidad, cuando llegué el momento de enfrentarnos, ninguno saldrá vivo.