miércoles, 5 de junio de 2013

Dos años Ricardo, dos años.

Respiré hondo tas despertar en la madrugada, 1:30 a.m para ser exactos, desperté llorando, de nuevo como el año pasado había despertado de haber soñado con aquella llamada que aún me dolía.
Me senté abrazando mi almohada, era al menos un consuelo para mi, en ella ahogaba mis llantos cada noche, cerré los ojos con la esperanza de que el día fuese otro, pero al abrirlos, me topé con la fecha: 5 de  Junio de 2013.
¿Era broma? Una mala jugada del destino ¿Cierto? pero era hora de afrontarlo...
Me levanté, me miré al espejo, realmente me veía demacrada, vieja, acabada, ¿era posible?, abrí la puerta de mi cuarto, bajé las escaleras y justo en el peldaño número ocho, me detuve, me senté y hundí mi rostro en mis manos, no quería que amaneciera, todo ya dolía demasiado como para que el día llegase. Estuve horas ahí hasta ver como el sol se colaba por el gran ventanal, suspiré de nuevo, esperé unas horas más, me levanté y volví a mi cuarto, me cambié y entonces, como cada año, tomé una vela rosa, la encendí y la coloqué en la mesa, saqué de mi cajón una caja metálica, donde tenía guardadas todas mis fotos con él, tomé una, lucía realmente hermoso, di un pequeño beso, inevitable no llorar. ¿Por qué seguía hiriéndome?, dejé la vela junto a la foto en un pequeño rincón, nadie vería nada, fui a clases como si nada hubiese pasado, el exceso de maquillaje al menos ayudó a ocultar mis ojeras, me sentía realmente mal, con ganas de gritar, llorar, devastarme y simplemente me limité a reír, burlarme e ignorar a todos.
Porque aún seguía recordando que un maldito cinco de junio del dos mil once, yo había perdido al hombre que amaba, porque ese mismo día a esa hora me hablaron de España para dar aviso de su muerte, y acto seguido yo me veía obligada como una buena esposa a hacer el tramite para que su cuerpo estuviese en casa, conmigo.
Ese mismo día, el murió, yo morí, dejo de importarme todo, pero por más que traté de morir físicamente simplemente, no podía, algo pasaba que, no moría.
Vagamente recordé que hacia un par de semanas casi lograba mi objetivo, cuando al entrar a esa cueva la corriente golpeo mis pies y el aire caliente me sofocó inmediatamente, entre lágrimas y quejidos avancé por aquella gruta que sabía muy bien, estaba lejos de concluir, no me importaba soltarme de la cuerda y golpearme contra todo, realmente no me importó y lo hice, me solté, el agua entró rápidamente por mi nariz, mi boca, sentí como tragaba agua caliente, sentí como mis piernas golpeaban contra las rocas, era feliz, muy feliz, la corriente siguió arrastrándome, sabía el mapa, ese gran chorro de agua iba a desembocar directamente a una cascada llena de piedras, cerré los ojos, haciendo todo más oscuro y entonces...me dormí.
Creí haber muerto, pero no, había fallado mi plan, desperté una semana después en un hospital, lloré amargamente porque, no había servido de nada.
Y ahora, me encontraba parada frente a aquel jardín inmenso, donde hacia ya tres años, una pareja caminaba feliz tomada de la mano, prometiendo amor, lealtad y comida.
¿Por qué dolía tanto no tenerlo? ¿Acaso Ricardo se sentiría orgulloso de verme sufrir? ¿Acaso no podían simplemente matarme para que yo ya dejará de sufrir?
Porqué así como hoy, hace dos años...dejé de ser feliz, dejé de tener un motivo por el cual vivir, me volví egoísta conmigo misma, y día a día me volvía más sincera, más distante, más cortante...Mas...Isabel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario