jueves, 19 de abril de 2012

¡Gracias por tus ofensas!

-¿Por qué eres tan patética?-
Esa cuestión que ni yo misma podía responderme, ¿ patética? ¿de que forma? ¿cómo lo era? Tan solo tenía 13 años, el había robado lo poco que quedaba de mi inocencia.
Siempre que me decía eso bajaba la mirada y me ponía a pensar en como solucionaría eso, pero, no encontraba  remedio alguno para mi probelama patético.
Seguí pensando por 1 año más, logré ver cada uno de sus movimientos a la casi perfección.
Odiaba que lo retarán, odiaba que lo imitaban, odiaba que quisieran superarlo, tenía un gran ego, lo veía tanto que vi sus errores y entonces caí en cuenta de que estaba con un chico el cual era demasiado cruel conmigo y yo era tan estúpida que no lograba ver eso.
Tantas veces me había hecho esa pregunta que comencé a acumular cierto odio.
-Ahora lo veo todo tan claro-me decía mientras estábamos en el sofá de su casa-El prototipo de mujeres que me gustan son delgadas, tu eras delgada, ¿por qué estás tan gorda? Deberíamos terminar-
Harta de su comportamiento salí sonriente de su casa y entonces aún con esa gordura me fui de Monterrey y regresé a casa, estuve haciendo tanto ejercicio para volver a bajar de peso, planeaba desquitar tantas humillaciones que él me había hecho, era el único hombre que me hacia llorar horas sin haberme golpeado, el estaba en contra de la violencia física, pero como me lastimaba con sus crueles palabras.
Cuando nos volvimos a encontrar 3 años después se sorprendió, noté su drástico comportamiento hacia mi, me miraba, me acechaba como una presa.
-¡Debo darte las gracias!-dije una tarde cuando me encontraba en casa, no había nadie
-¿Por qué?-dio un trago a su bebida
-Porque, gracias a ti conocí al hombre que realmente amo-
-¿Qué estás queriendo decir?-
-Gracias a tus insultos, tu mejor amigo se acercó a mi, me acobijo con su consuelo, enjugó mis lágrimas, me hizo conocer el mundo feliz, me hizo saber que no todos los hombres son iguales-
Después de esas palabras se levantó muy serio y se fue, 3 meses después su prometida lo dejo por otro, ella estaba embarazada y decidió marcharse con el hombre que ella había escogido, él llorando fue a mi casa, era una tarde lluviosa, estaba completamente mojado, lo hice pasara la sala.
-¿Qué sucedió?-me senté frente a él-Ricardo no tarda en venir-miré el reloj
-Me plató-dijo llorando
Recuerdo que sus lágrimas no lograron conmoverme ni un poco, al contrario, sentía tanto placer de verlo así, estaba celebrando en mi interior, esa chica le había hecho pagar lo que me hizo a mi.
-¿Qué quieres que haga?-saqué un poco de jugo de uva-¿Acaso debe importarme?-
Me miró sorprendido, lo miré y sostuvimos la mirada.
-¿Por qué eres así?-dijo atónito-Eres cruel-
-Mira quien lo dice-comencé a reírme-El que me convirtió en esto ahora me dice que soy cruel...¿Te mordiste la lengua?-solté una carcajada de éxito
-Ahora no necesito que te burles-pensó y miró la ventana-Es doloroso-
-¡José!-bebí el resto de mi jugo-¿Por qué eres patético?-
Abrió los ojos de par en par, sus labios temblaron.
-Creo que...Me das lo mismo-comencé a recordar sus crueles palabras-Realmente no me importa si te duele o no, lo tenías merecido-me levanté del sofá-Que tu amarga tristeza logre desvanecerse, que encuentres a una mujer que te ame de verdad...pero por ahora, tu mismo te estas revolcando de dolor, y eso...me da igual-abrí la puerta y entro Ricardo sonriente-¡Los dejo solos!-
Ese día cerré la puerta al ver que Ricardo abrazó a su mejor amigo, caminé por la lluvia sintiéndome feliz y a la vez culpable, ¿qué podía hacer? Lo que había dicho me había dolido a mi también, pero era lo mejor, comprendió que no todo estaría cuando el quisiera y ahora, debo estar agradecida de que sus insultos y sus crueles palabras me afectaron tanto, pero ahora...cuando alguien me dice lo mismo solo puedo reírme y soltar golpes de cruel verdad...

No hay comentarios:

Publicar un comentario