martes, 11 de octubre de 2011

Sueño cruel.

-Cuidado-grité cuando vi correr a mi sobrino hacía la tienda-Alberto-grité desesperada-Alberto-grité llorando-Mi niño...no te mueras-
La sangre se esparcía por el suelo, no tenía forma su pequeño cuerpo, no podía comprender porque pasaba esto, no quería que sucediera. El atardecer alumbraba difuminando el cuerpo, ¿qué era eso? ¿Ricardo?.
-Ayudame, ayudame-pedía con dificultad
-Yo no puedo-decía con expresión sería-Yo nunca te amé-decía caminando como si no hubiese visto el cuerpo destrozado-Nunca lo hice-
Sentía una gran presión en mi pecho, mi garganta formaba nudos, las lágrimas eran más continuas, un llanto sin expresión, sin nada que decir ante esas crueles palabras.
Todo comenzó a oscurecer, no sentí mi cuerpo...sólo, la oscuridad.
¿Donde estoy?
Parecía estar en la sala de la casa, todo estaba oscuro, pero algo no estaba bien, deje caer mi mano al suelo y no había nada, sólo agua, y proveniente de ella una luz intensa que dejaba ver el "suelo", no había algo firme, veía el agua y la luz, la oscuridad me daba pánico, al voltear veía un cuerpo, parecía de una mujer, no se movía, pero su silueta daba pánico, no era una mujer normal, escuchaba un leve gemido, sentía frió en mis pies y cuando toco mi pierna yo ya estaba en mi recámara.
-Ricardo-gritaba tan fuerte que sentía arder mi garganta-Por favor-
Veía la ventana, quería alcanzar la lampara, encenderla, pero al hacerlo no lo hacía, sentía mis lágrimas caer a la almohada, mi respiración fallaba y esa silueta frente a mi seguía en pie.
Quería despertar de la pesadilla, quería salir de ese cruel sueño, cuando sentí la mujer estaba a mi lado, grite tan fuerte como pude, traté de levantarme de la cama, más no podía algo me obligaba a estar ahí, la mujer se acercaba a mi rostro cada vez más.
Mi mano se enfriaba cuando la mujer se acercaba.
-Ricardo, por favor-gritaba-Tengo miedo, le tengo miedo a la oscuridad-
Al decir esto, veía a la mujer parada en el extremo de mi cuarto, mi respiración se complicaba más, sentía el mareo aún estando acostada, veía entrar a mi mamá y decía:
-Se lo merece, es el mejor de los mejores castigos-
-Mamá-gritaba-Enciende la luz mamá-rogaba
Salía de mi cuarto y podía escuchar mi respiración, agitada y entre cortante.
-Tu no existes-le decía a la mujer-Tu sólo me atormentas-decía con miedo-Matame-
Al pronunciar esa palabra escuchaba un llanto, era el de un bebé, estaba a mi lado, lo podía sentir, la escasa luz de la ventana me dejaba ver su pálido rostro.
-Tu lo mataste-decía mi madre-Tu lo mataste-
Mamá, enciende la luz-rogaba llorando
-Mataste a tu propio hijo-gritaba con odio-Muerete-
Volvía a tocar el rostro del pequeño y no había nada, el vacío que sentí fue extremo, jamás lo había sentido, la mujer de nuevo se acerco a mi con esa terrible y cruel lentitud que oprimió mi estomago y mi respiración se complicaba más, sentía el frió atravesar mi estomago y entonces...
-Ricardo-grite llorando.
Y la pesadilla había acabado.
La luz estaba apagada, creí que no estaba despierta, me levante mareada y corrí hacía las escaleras, había luz y me quede ahí esperando el anochecer.

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